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miércoles, 16 de marzo de 2011

2.2 - La llamada

Recuerdo perfectamente la primera vez que marchó. Me había acostumbrado a abrazarme a él cada noche para sentirme protegida y notar que estaba ahí, a mi lado, y su repentina y larga ausencia me agobió. Y ese agobio se convirtió en paranoia. De pronto me di cuenta que desde la cama se oía como la vecina iba al baño. Si abría el armario de la cocina, también. Y por supuesto cuando lo cerraba de un golpe. Podría decir todo el recorrido que hizo la señora Fernández a las siete de la mañana ese lunes. Y de hecho podría decir también lo que hace cada día, porque siempre hace lo mismo. Además las ventanas chirriaban con el viento, y la persiana no cerraba bien. Y entonces me preguntaba ¿esto antes también ocurría? Pues claro. Pero como Hugo estaba conmigo, yo ni me preocupaba. Si en ese momento hubiera entrado alguien en casa mientras estaba durmiendo, ¿qué pasaría? Antes confiaba en Hugo y en sus capacidades físicas para hacer lo que fuera... pero… ¿y entonces? Me sentía sola en mi propia casa. Esa sensación hizo que pasara todo el tiempo que podía en la calle, porque cuando llegaba y recordaba que él no estaría conmigo me ponía nerviosa.

Ese mismo día en el que me reencontré con Neo me habían ofrecido trabajo en una escuela. Debo reconocer que fui afortunada, porque hacía bien poco que había terminado la carrera, pero se trataba de una escuela donde había trabajado mi madre, y al jubilarse había dicho que quizá me interesaría trabajar allí. Así que cuando se encontraron la plaza de profesora de castellano vacía pensaron en mí.


Ir a ese colegio tenía muchas cosas buenas, ya que había ido más de una vez cuando se celebraban fiestas o hacían puertas abiertas, y además me llevaba muy bien con el director porque fue un gran amigo de mi madre y venía algunas veces a comer a casa. Lo malo era que se encontraba lejos de donde vivía, y encima estaba muy mal comunicado. La mayoría de los alumnos iban a ese colegio porque vivían cerca y, los que no, o los llevaban sus padres en coche o cogían el autobús de la escuela. En cambio los profesores tenían que buscarse la vida para llegar hasta allí, porque el autobús y el metro parecían no existir en ese barrio, y el tren quedaba demasiado lejos. Así que mi único transporte era la moto, pero eso no me preocupaba en absoluto, ya que me encantaba la sensación que me envolvía cada vez que montaba en ella.
Al día siguiente tenía que acercarme hasta el colegio para hablar con el director y acordar qué haría, el horario, las clases… Me levanté temprano para no llegar tarde (ya que la puntualidad es uno de mis puntos débiles), y salí de casa sobre las ocho para poder llegar a las nueve. Pero cuando fui a buscar la moto… por más que intentaba que arrancara parecía que aquel día quisiera hacerme la vida imposible. Después de un cuarto de hora de estar perdiendo el tiempo inútilmente en el garaje empecé a ponerme nerviosa (más de lo que ya estaba) y pensé qué podría hacer para llegar. Una cosa la tenía clara: era tarde y no iba a llegar a la hora, pero tenía que conseguirlo como fuera.

- ¿Hola?
- Hola…
- Vaya, ¿ya me echas de menos? ¿No es un poco temprano?
- Sí, lo sé… ¿estabas durmiendo?
- No, no, qué va. Estaba a punto de coger el coche para ir a trabajar. ¿Pasa algo? Te noto una voz extraña.
- Es que tengo un pequeño problema.
- ¿Y por qué me llamas a mí? ¿Que no tienes a nadie más o qué? – dijo medio   riendo.
- Déjalo, ya me las apañaré – contesté decepcionada.
- A ver Eva, ¿qué ocurre? Venga, olvida mi comentario absurdo y cuéntame.
- Que no, que no. Ya veo que te estoy molestando, lo siento.
- ¿Pero cómo me vas a molestar? No seas tonta y cuéntamelo va, que no habrías llamado si no fuera por algo importante. ¿Dónde estás? – su tono iba   volviéndose cada vez más serio.
- En la calle. Es que mi moto no arranca.
- Y… quieres que te lleve donde se supone que te dirigías, ¿no?
- Sí…
- ¿Dónde estás? Voy a bajar ahora a coger el coche así que dímelo rápido que   dentro de poco se cortará la llamada.
- Delante de mi casa.
- Pues te paso a buscar en cinco minutos.
- Gra… - colgó. - …cias.

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